Ayer me tocó despedir a nuestra madre, nere ama, la que fuera la “amona” a la que me referí en este blog en mi última participación, que expiró tras haberse precipitado un proceso de pérdida de salud derivado de su natural envejecimiento.
94 años vividos que quedan para la pequeña historia de una familia que ayer fue testigo de la inhumación de la que fuera nuestra progenitora. Puedo decir que iba “rezada” por sus propios rezos acumulados en todos esos años y por las plegarias que nos han dedicado amigos y próximos entre los que se encuentra algún lector de este blog (así me consta).
En un verso que me ha dedicado una compañera de trabajo a propósito del vacío difícil de llenar que queda tras la muerte de una madre hace referencia al papel de aglutinante que ejerce su figura en el entramado familiar. “Bizitzako pastelan bera da irina” dice, […]