Según cómo se cuenten las cosas, pareciera que algunos flujos económicos, de fondos públicos en concreto, sólo tuvieran una dirección y en ésta el origen, la Administración, y en el destino el tercer sector, ése tan necesario pero a la vez cuestionado por aquello de que hemos llegado a un gasto no sostenible en razón a que cada vez son (y serán) menos los cotizantes al sistema y más los necesitados de ayudas y servicio por la propia evolución demográfica, por la mejora en las previsiones de esperanza de vida y por el encarecimiento de alguna de las prestaciones garantizadas.
Leía hace no mucho la referencia a un estudio, por el que admitiendo las razones que se daban, en relación a la no sostenibilidad del sistema tal como estaba concebido, se denunciaba que no se tomaba en consideración la perspectiva de mejora de la productividad de esta cada vez menor […]